La crema catalana, es una preparación simple con ingredientes comunes, que se caracteriza por llevar en su superficie una capa de azúcar crocante.
Lo más característico de esta receta es el caramelo tostado que corona la crema. Para quemarla, se cubre con azúcar, y con una pala de hierro al rojo vivo o un soplete que se pasa por encima, se tuesta el azúcar hasta que toma el color dorado del caramelo. La crema puede servirse rodeada con crema de leche o bizcochos; aunque la manera más común de servirla es sola y presentada en vasijitas de barro individuales.
Su historia.- Según el Gremio Provincial de Pastelería de Barcelona, sus orígenes proceden de la cocina judía. Los hebreos fueron grandes aficionados a las magníficas y dulces combinaciones de leche y huevos. Pero la tradición de comer crema catalana en Cataluña, en donde es también conocida con el nombre San Joseph (San José) siendo una preparación dulce y típica de este territorio; más tarde se fue extendiendo a lo largo y ancho de toda España, en donde se acostumbra a prepararla cuando se conmemora la fecha de este Santo que es el 19 de marzo.
El prestigioso maestro de maestros pasteleros,Jaume Sabat(*1), explica a modo de anécdota la creación de la crema:
“Sucedió en un convento de monjas en el que esperaban la visita del obispo y acordaron preparar una buena comida para agasajarle. El obispo llegó tarde y con las prisas, el famoso flan realizado por las monjas, no se coció correctamente. Para remediarlo, la hermana pensó: lo mezclo un poco con maicena y así espesará más. El obispo se impacientó y, al pedir el postre, éste casi acababa de salir del fuego. Para no hacer esperar al obispo, lo sirvieron en un plato con el caramelo por encima, pero el resultado fue una papilla plana y blanda, tostada con el caramelo”.
“Monseñor tenía prisa, y creyendo que ése era el famoso flan del convento que por lo general se sirve fresco, tomó una cucharada y se la llevó a la boca con tanta urgencia como placer. Y después de que se le saltaran las lágrimas por haberse quemado la boca, el obispo exclamó con voz bronca y recia: !Crema! (en catalán quema). Pero, como estaba tan rica, siguió comiendo con más cuidado. Desde entonces, el postre favorito de la comunidad de las monjas ya no fue el flan, sino la crema tostada… o quemada“.