A Carmen la conocimos de casualidad, tal vez sin siquiera buscarla y sin saber qué la estábamos esperando.
Llegó a nuestras vidas y a nuestro negocio para darnos una pizca de positivismo, una cucharadita de ilusión, un chorrito de cambios, una taza de aprendizajes; todo dentro de una olla a fuego lento, llena de amor.
Este sería el plato fuerte que ofreceríamos a nuestros clientes en su experiencia con nosotros, en donde ellos serían los principales comensales. Así empezábamos un proceso, con nuestro equipo de trabajo, que también quiso remangarse los puños de las camisas y sentarse frente a Carmen a caminar juntos, en el inicio de lo que sería, un nuevo comienzo.
La meta al final del camino era conquistar a nuestros clientes y alegrar sus corazones a través del paladar, a través de los sentidos. Con esto por supuesto incrementar las ventas y marcar la diferencia con respecto a los negocios que nos rodeaban.
Y así llegaron nuestras constantes reuniones frente a los fogones, los cuchillos afilados, los colores de la comida y los aromas de los condimentos, acompañaron nuestras largas tertulias. Un plan al que pocos pueden resistirse, comer, comer, comer. ¿Y cómo no? Algún tequeño venezolano aparecía en la mesa y con ellos algunas calorías de más. Un buen vino, risas, alguna que otra lágrima. Porque de eso se trataba, de despertar hasta el más íntimo y profundo sentimiento a través de un rico bocado.
Poco a poco fueron naciendo ideas, la creatividad crecía y la luz al final del camino, cada vez se hacía más brillante.
Carmen tiene una manera muy linda de incluir a todos en el proceso sin permitir desviar el foco y marcando la directriz durante todo el proceso. Su gran risa y su agradable acento, lidera y cautiva pero también sabe imponer disciplina y seriedad en su trabajo a cada segundo. Estricta y exigente consigo misma y con quienes la rodean pero siempre desde el amor y la formación.
Al final y después de un largo recorrido y haber pisado con pie firme, llegó la hora de presentar nuestra nueva carta con fotos maravillosas que hacían justicia. Con el sello del corazón de Carmen y su firma a puño y letra.
Solo nos resta dar GRACIAS. Gracias por tu tiempo, dedicación y disposición. Gracias por tu cariño y entrega. Gracias por darnos ese empujón y ánimos que en algún momento todos los empresarios necesitamos para continuar hacia adelante.
Gracias por haber hecho parte de este sueño.